Hay muchas clases de ego, pero ninguno tan caro como el Carlos Marsá. Sin ánimo de criticar, pues el ego es un defecto al que podríamos denominar como perjudicial tan solo para quien lo padece, si quiero profundizar un poco más sobre los motivos que pueden llevar a alguien a desperdiciar, supuestamente, veinte millones de euros en un proyecto tan complicado como lo es la compra de acciones de una plaza en la Segunda División A del fútbol español.
El señor Marsá es de esa clase de gente que no deja indiferente a nadie. Quienes le conozcan bien, seguro que hablan maravillas de él. Y sin embargo, aquellos que tan solo ven lo disparatado de sus acciones, seguro que lo tachan de “loco”.
Hace algunos años, mas de diez o quince, Marsá era un tipo que me caía bien. Representaba la humilde lucha del pobre ante el poderoso, David contra Goliat. Huelgas, manifestaciones delante del poder, representado en el Ayuntamiento y un sin fin de injusticias sufridas por aquel que tan solo buscaba un trato igual para su equipo, el Granada 74.
Con el paso del tiempo y tras los últimos acontecimientos ocurridos en mi Granada del alma, uno se va percatando de la realidad del asunto. Una persona que defendía unos ideales, que lucha para que los jóvenes granadinos tengan un escape con el deporte y se alejen de cosas indeseables, que posee un equipo de fútbol de cierto nivel con su correspondiente cantera, hace pensar en Marsá como un héroe. Sin embargo, una vez conseguido capital suficiente, en vez de seguir el camino marcado y continuar con un proyecto humilde pero pudiente, agarra y coge el camino de en medio. Compra una S.A.D. y se la lleva a Granada suponiendo que la compra y la plaza son vitalicias, por que de otra manera no se entiende que se arriesgue a perder tal millonada. ¿Que se le ha podido pasar por la cabeza a esta persona? Pues a buen seguro un tremendo afán de protagonismo, para que hablen y escriban sobre él, y a fe que lo ha conseguido, pero a que precio. ¿No habría sido más lógico invertir una mínima parte de esa fortuna en engrandecer un proyecto a todas luces válido y mucho más honroso como el que ya tenía?
Este hecho en sí ya es chocante en una persona que se supone defensor de ciertos ideales de sacrificio, pero él no tiene bastante con esto y además se enfrasca en una batalla perdida contra el club histórico granadino por excelencia, el Granada CF, llegando incluso a denunciar al Ayuntamiento por no se yo que chorradas.
Este comportamiento me lleva a una reflexión un poquito mas profunda. Marsá, no es que esté “loco”, ni quiera es “extravagante” ni “mala persona” como algunos nos quieren hacer ver, simplemente tiene un “ego” mayor que su antigua fortuna.
Tal y como expongo más arriba, el ego no es que sea perjudicial para nadie más que para el que lo padece. El rey del rock, Elvis Presley, era un egocéntrico de cuidado. Dicen de él que a todos los que consideraba sus amigos, les regalaba un coche. No veo daño alguno en lo que esto pudiera hacerles, así que, la única pena era para quienes Elvis no consideraba amigos suyos.
Estamos pues ante un señor, al que, si me apuran, bien aconsejado e incluso tratado con cierto “cariño” podría resultar muy beneficioso para nuestra ciudad. Hay que saber comprender algunas actuaciones y procurar sacarles el máximo partido. Pero eso en mi Granada, es como pedirle peras al olmo.
El titulo de este blog es una declaracion de intenciones.En ningun caso pretendo enseñar nada a nadie, tan solo deseo expresar lo que considero una cualidad esencial en nuestras vidas, como es el estar en continuo aprendizaje. No existe la verdad absoluta y si el respeto y la tolerancia hacia quienes de forma acertada o equivocada, opinan de forma distinta a nosotros. LAS ALEGRIAS COMPARTIDAS SON MAS GRANDES Y LAS PENAS MAS LLEVADERAS
lunes, 21 de julio de 2008
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