CajaBilbao-Puleva Granada

Ya he contado en esta Web como mi hermano y yo llegamos a Bilbao para ver el quinto y definitivo encuentro de play off por la permanencia entre el Caja Bilbao y el Puleva Granada. Ese día el equipo granadino hizo historia al ser el primer equipo en la ACB en remontar un 2-0 adverso en un play off. Recientemente he escrito en el foro de la Web oficial de esta competición recordando aquel hecho y he comprobado como a algunos amigos de Bilbao me recriminaban tal recuerdo. Espero que comprendan que el tema no tiene nada que ver con esa bonita ciudad ni su maravillosa gente, es que uno puede presumir de haber sido de los pocos granadinos en estar aquel día allí y el recuerdo merece la pena. Es mas, a continuación voy a contar como transcurrió nuestro periplo por tierras vascas, explicando alguna que otra simpática anécdota digna de mención.

Llegamos a la capital vizcaína por la mañana, después de pasar toda la noche en el tren. Lo primero que hicimos fue buscar el pabellón de ‘La Casilla', ayudados por un mapa que compramos en Barcelona. Previamente desde la ciudad condal, nos habíamos puesto en contacto con el club bilbaino para reservar un par de entradas. Nada mas localizar y encontrar el pabellón, mi hermano quería desplegar la pancarta que nos hicimos con una sabana vieja y un poco de pintura azul y dejarla en los alrededores del coliseo cajista, pero yo, que estaba muy acojonao (perdón) insistí en que no deberíamos de hacer tal cosa y lo dejamos pasar con el consiguiente cabreo de mi hermano.

Seguidamente pasamos por la sede del club a recoger nuestras entradas y con ellas en el bolsillo nos dedicamos a encontrar alojamiento para esa noche, ya que el partido acababa muy tarde y nosotros sacamos billete de vuelta para el día siguiente. El partido iba a ser retransmitido por la cadena autonómica vasca y buscamos algún bar que pudiera grabárnoslo, pero sin mucho éxito. Volvimos a la sede del Caja y allí, muy amablemente, nos dijeron que ellos solían grabar el partido y que no tendrían inconveniente en hacernos llegar una copia, y así pasó.

Se acercaba la hora del partido y como queríamos ver la llegada del Puleva a la cancha, nos dirigimos a los aledaños del pabellón, y allí, mochila en mano, no dejamos de dar vueltas para arriba, para abajo, impacientes por ver a nuestros jugadores y deseosos de hacerles llegar nuestro ánimo para lo cual nos habíamos pegado semejante paliza de kilómetros. Estos vaivenes, yo no me di cuenta pero mi hermano si, habían llamado la atención de unos policias que rondaban por La Casilla y que no nos quitaban ojo. Al pasar el autocar con los jugadores del Puleva echamos mano a la mochila para sacar nuestra pancarta y entonces si noté que nos observaban con detenimiento, como pensando “a ver que leches van a sacar estos dos de la mochila”.

Al percatarse de que lo que sacamos no fue más que una pancarta de apoyo al Puleva los agentes mostraron, siempre desde una prudencial distancia, un suspiro y esbozaron una sonrisa de alivio que a nosotros nos resultó gratificante. Antes de comenzar el partido, tuvimos tiempo hasta de hacernos una foto con el enemigo. El americano que formaba pareja con el temible Mark (metralleta) Simpson, solo recuerdo su apellido, era Holmes, y tuvo la deferencia de posar junto a nosotros. Mas adelante, aun sin comenzar el encuentro, charlamos un rato con un lugareño y aprovechamos para contarle nuestra aventura y para pedirle que nos hiciera otra foto.

En el transcurso de la conversación, el chaval que era estudiante, nos hizo un comentario que no se nos olvidará en la vida. Ni corto ni perezoso, al despedirse, nos dijo con ese acento vasco cerrado, “ah, pues que gane el Puleva, que a mi el Caja me da mucho por culo, oye”. Durante el partido, no nos dejaron desplegar la pancarta por que tapábamos la publicidad, pero de muy buen rollo. Durante el calentamiento, Jose Gabriel Álvarez, uno de los hermanos gemelos que teníamos y Ibáñez se acercaron a nosotros a firmarnos un autógrafo. Fueron momentos muy emotivos, aunque luego vinieron otros un poco menos gozosos. Y es que cuando tiraban los de Puleva un tiro libre, todo el pabellón se ponía a zapatear el suelo y aquello se venia abajo literalmente.

Tras mucho sufrimiento, al final ganamos, saltamos a la cancha y nos abrazamos a los jugadores, bueno he de confesar que yo no lo hice, estaban todos sudados y daba no se que… Al termino del partido y con la alegría que merecía la gesta, esperamos a los jugadores granadinos y conforme iban saliendo mi hermano me preguntaba, -¿este es de los nuestros?- Y yo decía -si, este si-. Y nos abalanzábamos hacia él para hacernos la correspondiente foto. Los seguidores bilbainos que pasaban por allí, solo sabían felicitarnos y valorar nuestro esfuerzo diciendo, -lo vuestro si que tiene merito, venir desde Barcelona, enhorabuena-. Jonh Ebeling, uno de los artífices del triunfo, no sabia mas que decirnos, -tiffosi, tiffosi-, mientras cogía a mi hermano en brazos (duchaditos apetecía más).

Todo un recuerdo inolvidable para unos chavales que apenas rondaban los 20 añitos.